Pintar un coche implica haber llegado a la última fase de la reparación de la carrocería. Conseguir un buen acabado no es tarea fácil para el aficionado que quiere realizarla por sí mismo, ya que las técnicas artesanales utilizadas antaño han evolucionado hasta convertirse en complicados procesos industriales, para cuya realización son precisos productos y herramientas costosos.
Estas técnicas utilizadas hoy en día en las modernas cadenas de montaje, la pintura por inmersión completa de las carrocerías o la utilización de sofisticados robots pintores, son obviamente imposibles de utilizar en la restauración de nuestros viejos coches. Esto no implica que debamos renunciar a realizar por nosotros mismos esta fase; eso sí, ciñéndonos a criterios de calidad acordes con los medios técnicos que tengamos a nuestro alcance.
Cuando trabajemos la pintura de un clásico estaremos utilizando una gran variedad de productos químicos.
El desarrollo experimentado por el sector químico de aplicaciones industriales a dado lugar a una notable especialización. El número de productos es inmenso, todos ellos desarrollados para fines muy concretos y formulados a menudo sobre bases químicas diferentes no siempre compatibles entre sí.
A fines de elegir los más adecuados para el trabajo que queremos realizar, es conveniente que busquemos el asesoramiento de un distribuidor de pinturas experto y competente, que nos resolverá dudas y dificultades y evitará costosos errores debidos a la utilización de mezclas inadecuadas, productos incompatibles, etc. Lo más aconsejable es optar por alguna marca de reconocido prestigio.
Como preparar la superficie a tratar
La capa de pintura debe cumplir dos finalidades: proteger la chapa contra los efectos de la corrosión y embellecer el exterior de nuestro coche. Para conseguir el primer objetivo es importante que prestemos atención a la preparación de la superficie, y sobre todo a las capas previas a la aplicación de la pintura. No conviene aplicar la laca directamente sobre la chapa o las masillas de relleno. Debemos aislar estas superficies mediante la aplicación de una capa intermedia, con el fin de obtener una superficie homogénea, neutra y compatible con los productos químicos.
Antes de cualquier paso es preciso limpiar cuidadosamente la superficie para eliminar cualquier traza de grasa, aceite u otro producto similar que podrían impedir la correcta adherencia de las sucesivas capas. Utilizaremos disolventes especiales de limpieza muy ligeros.
Aunque su uso no es habitual en las reparaciones al uso, se recomienda que en las restauraciones se aplique sobre las superficies en chapa vista una imprimación fosfatante, que por sus especiales características protege la chapa contra los ataques de la corrosión.
Es un producto caro, aunque sus extraordinarios resultados justifican este coste añadido. En pequeñas superficies puede aplicarse con brocha; aunque si su aplicación va a hacerse sobre una superficie grande, por ejemplo una carrocería totalmente decapada, es preferible utilizar una pistola de pulverización a presión como la que utilizaremos para la laca. Se consigue de esta manera un acabado más uniforme y mejorar la penetración en rincones difíciles. Esta superficie no necesita ser lijada.
Una segunda capa de imprimación tendrá la finalidad de crear una superficie lisa y homogénea apta para recibir la laca coloreada de terminación. Las características esenciales que debe ofrecer una buena imprimación son: alta capacidad de cubrimiento, facilidad de lijado y homogeneidad de acabado. Para obtener una terminación de pintura más gruesa y resistente, se recomienda una imprimación de espesor alto (algo más cara ya que suele necesitar un catalizador especial para su aplicación). La imprimación debe ser tirada utilizando una pistola de pulverización y un compresor de aire.
Podemos utilizar la misma pistola con que tiraremos la pintura, aunque tal vez sea preciso emplear una boquilla de paso más ancho (sobre todo si utilizamos un producto muy denso).
Una vez que ha recibido la imprimación, la carrocería está preparada para aguardar el momento en que se quiera aplicar la pintura, salvaguardada contra el ataque de agentes exteriores y de la corrosión. La superficie resultante debe ser lijada con lijas muy finas hasta obtener una superficie lisa y afinada, suave al tacto y libre de imperfecciones y porosidades.
Los pequeños defectos que puedan aparecer antes de la pintura pueden ser corregidos con la utilización de unas pastas especiales finas, para aplicar con espátula, que no requieren catalizador.
Y la pintura…
Es la fase más complicada del proceso. Todo el trabajo que se realizó con anterioridad, puede quedar arruinado por una aplicación incorrecta de la pintura.
Las dificultades que se pueden presentar son dos: la pericia que precisa la aplicación a pistola y el carácter relativamente definitivo de los resultados obtenidos.
En el primer caso la pistola debe utilizarse dando pasadas regulares a una distancia constante, y no detener el movimiento en ningún momento, ya que una excesiva acumulación de pintura daría lugar a los temidos descolgones. Conviene practicar antes sobre alguna pieza metálica, y consultar las indicaciones de algún manual técnico.
La aplicación debe realizarse en un local cerrado en el que no haya una excesiva acumulación de polvo ambiental y donde exista una temperatura constante. Sería importante disponer de un extractor de aire que elimine el exceso de polvo y pintura pulverizada. El compresor debe ser capaz de mantener una presión constante. Para ello debemos utilizar como mínimo uno dotado de un calderín de 50 litros de capacidad.
Para obtener un acabado fino debemos utilizar una pistola de buena calidad.
Las herramientas que utilicemos deben estar totalmente limpias y es preciso colar previamente la pintura. La superficie del coche también tiene que estar desengrasada y pulcra antes de la aplicación de la pintura definitiva.
El momento de la aplicación definitiva debe realizarse de un modo sistemático, sin dar saltos o cambiar de zonas, tratando de obtener capas homogéneas.
Si cometemos algún pequeño error durante la aplicación, no debemos interrumpir el trabajo, ya que algunos pequeños fallos de pintura pueden rectificarse después. Lo más importante es obtener una capa gruesa y uniforme, aunque no esté totalmente libre de defectos, para después pulirla y tratarla hasta obtener un resultado definitivo.
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casverpinturas 22/03/2011
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